viernes, 17 de septiembre de 2010

LOS INICIOS DEL MONACATO CRISTIANO

Introducción.
La iglesia desde los albores de su existencia ha sido y es para el mundo un nuevo estilo de vida en el que los pobres, ricos, marginados, excluidos, los hombres y las mujeres encuentran su lugar, porque su fundador quiso que viviéramos en la lay del amor, la igualdad y la libertad como hijos de Dios que somos. Él vino para que todos nosotros tengamos vida, pero al ser signos de vida, a su vez seamos signo de contradicción entre las gentes. Sus discípulos uno a uno fueron dando su vida por hablar de él y por vivir como él. Esteban, Pedro, Pablo y después todos los mártires dieron testimonio de Cristo con el precio de su vida. Su ejemplo es para nosotros hoy fuente de vida espiritual y de entrega total al Señor.
El martirio en la Iglesia primitiva era un privilegio para los creyentes. La mayoría deseaba morir en el circo u coliseo romano, y en todo caso, asesinado u ejecutado por manifestar su fe como cristiano. En el siglo III, la Iglesia entro en un tiempo de tranquilidad, ya no habían persecuciones, las celebraciones litúrgicas, se podían hacer en público, los obispos y clero empezaron a emparentarse con la elite política; los cristianos de ser un grupo reducido, pequeño, minoritario, llegaron a ser masa en muy poco tiempo, todos eran creyentes bautizados; pero esa efervescencia causó un deterioro paulatino de la vida espiritual, religiosa y comunitaria de la cristiandad; por eso, contrapartida se optó por el monacato, que sin duda será como la luz para la oscuridad que se apoderaba del Cuerpo Místico de Cristo en esos siglos.
La vida monacal a la que muchos a hombres y mujeres adhirieron sus vidas fue para dar sentido pleno a su ser cristianos y para configurarse a cristo no por un martirio cruento, sino incruento. Por eso, el trabajo que presentaré tiene por objetivo mostrar los inicios del monacato desde las fuentes históricas, desde el proceso evolutivo en oriente y occidente, y desde la opinión pública que esta opción de vida suscitó en sus inicios y en su afianzamiento en los ambientes culturales orientales y occidentales.

LOS INICIOS DEL MONACATO CRISTIANO

I. Las fuentes históricas del monacato primitivo.

Los datos históricos que tenemos sobre el monaquismo cristiano son variados, desde una literatura patrística, biografías, autobiografías, restos de arqueología, hasta obras que escribieron los monjes para regular el funcionamiento monacal de sus conventos.

1. Orígenes del monacato como una opción de vida.

La vida monacal Cristiana nace en el siglo III y se afianza con mayor rigor en el siglo IV, por el descontento que empieza a surgir en las comunidades seguidoras de Jesús a causa de la falta de testimonio de los creyentes y por el paulatino maritazgo entre la Iglesia y el estado constantiniano que tuvo su culmen en el 313[1]. Este estilo de vida revela profundamente los misterios de la humanidad, las cosmogonías y filosofías, como formas para responder a circunstancias históricas concretas, tales son por ejemplo: “El ansia de soledad, de vida secreta o intima, de alejamiento de los hombres; y más todavía el gusto por la ascesis”[2] para la liberación total de los apetitos sensuales que atan al ser humano al mundo, confort y a la materia perecedera.

El monaquismo está enraizado en la naturaleza misma de la humanidad, porque no es exclusivo del cristianismo, por ejemplo tenemos monjes escenios, hinduistas, shintoístas, y budistas, que para alcanzar la perfección y llegar al nirvana tienen que lograr el sometimiento total de su cuerpo y mente y pasar de la vida simple de homo faber a la de homo transendens capaz de autosostener la “autarquía y la apatía… por medio de la ascesis y el trabajo”[3] rigurosamente realizado a diario. Los monjes cristianos tienen ese paradigma de pensamiento, pero todo es para alcanzar la configuración plena con Cristo, ya no desde el martirio cruento, sino incruento, no desde la contaminación con el mundo, sino por la fuga mundi.

El monje desea vivir plenamente su adhesión al Señor y para lograrlo: tiene que llevar una vida totalmente austera, perfecta, mortificada, apartada del pueblo, y aceptar a plenitud el Evangelio (Mc 10,21). Los mentores del monacato Cristiano son Antonio y Pacomio, quienes recogiendo el encuentro personal con la palabra (Mt 19,21-31) con Jesucristo y con el eje esencial de la humanidad, la psiqué, dieron su vida entera al servicio del Reino desde su propio convencimiento de que vivir así es posible por y para Jesucristo.

2. La prolija literatura monástica.

La literatura monástica es abundante y muy rica en contenidos para llegar con plausibilidad al conocimiento de la vida monacal desde el carácter biográfico, apologético y autobiográfico. En esos tres tipos de glosas tenemos: “Vidas de monjes ilustres,… Manuales Ascéticos,… Reglas disciplinares de los grandes organizadores de la vida monástica: Pacomio, Basilio, Agustín y, mar tarde san Benito y apologías”[4] variopintas que emergen desde la cultura greca y latina para fortalecer la vida monacal del tiempo en que estuvo en boga y para animar a los creyentes a optar por ese estilo de vida muchas veces concebido como mágico y otras como extremadamente peligroso para a la vida y la salud del ser humano en los desiertos y lugares inhóspitos. En este epígrafe, cabe aclarar que los datos biográficos elaborados por Jerónimo, Atanasio, Agustín y otros, a pesar de ser poéticos y aparentemente fantasiosos son de un rigor histórico enorme, porque presentan la geografía y la historiografía desde una perspectiva novelada, pero con datos concretos de la vida de los monjes a ilustrar, y no solo se limitan a narrar hechos anecdóticos de Hilario, Antonio, Pablo, u otros.

3. Fiabilidad de las Fuentes para el conocimiento del monacato cristiano primitivo.

Las fuentes de las que disponemos para el conocimiento de la vida de los monjes ya lo hemos expuesto en el epígrafe anterior, pero ahora analizaremos su fiabilidad para afirmar que: “la vida de Antonio no admite ya ninguna duda… que fue compuesta por Atanasio en el 356 y 362… y narra con toda soltura literaria… la vida del anacoreta… para edificación de los monjes… El influjo de esta obra fue tal que no se dudó en traducirla al latín de modo casi literal. Lo mismo se afirma de la vida de los tres monjes de san Jerónimo (Pablo de Tebas,… Malco… e Hilario...), de la Historia Monachorum,… las vidas de san Pacomio,… la regla de Pacomio… la historia Lausiaca (Paladio 363-364),… los escritos de Casiano,… los Apophtegmata Patrum,… y la obra: las Vitae Patrum del Jesuita Rosweyde en 1615 y 1628”[5]. Todos estos datos nos dan la certeza de que el monacato existió y que los anacoretas fueron reales y que es posible fijar su existencia en una tabla cronológica de cualquier historia profana.

4. Cuadro cronológico del monaquismo Primitivo desde la historia.

El cuadro que veremos nos da una cronología de todos los hechos más importantes en la historia del monaquismo cristiano primitivo, desde las fuentes en las que se puede consultar, los personajes mas importantes, y en especial la ubicación espacio temporal de los monjes y fundaciones mas importantes de la vida ascética[6]:

FECHA
ACONTECIMIENTO
LUGAR
FUENTES
234
Nacimiento de Pablo de Tebas
Egipto
P. de Labriolle: la vida de Pablo de Tebas y la vida de Hilario
251
Nacimiento de San Antonio en Queman, cerca de Heracleópolis
Egipto
Sócrates, Hist. Eccl., I, XIII
250-270
Ascetas cristianos se retiran al desierto Egipto
Egipto
San Jerónimo: Vita Pauli. Dionisio de Alejandría. Eusebio
250-257
Pablo huye al desierto
Egipto
San Jerónimo. Ibid.
270-275
San Antonio se instala en Soledad y se establece en Pispir
Egipto

San Atanasio: Vida de Antonio
291-292
Nacimiento de Hilarión en Thabata
Palestina
Labriole. O.C.
Hacia el 292
Nacimiento de Pacomio en la Alta tebaida
Egipto
Ladeuze: Cenob. Pacomio.
305-306
San Antonio organiza la vida monástica, gran número de ermitaños se agrupan alrededor de él, pero permaneciendo aislados
Egipto
San Atanasio: Vida de Antonio.
307
Hilarión visita a Antonio e inaugura la vida eremítica, a siete millas de Majuma
Palestina
San Jerónimo: Vida de Hilario
314
Pacomio es monje en Schenesit
Egipto
Vida de Pacomio
323
Pacomio funda un monasterio en Egipto
Egipto
Bousset: Apophtegmata Patrúm, p. 272
Hacia el 325
El egipcio Mar Awgin funda un monasterio
Mesopotamia
Grützmacher: Theol. Und Kirche.
340
María, hermana de Pacomio funda el primer convento femenino
Egipto
Ladeuze: O.C., pág., 176
341
San Atanasio en Roma
Italia
Socrates. O.C.
9 de mayo del 346
Muere Pacomio
Egipto
Ladeuze: O.C., pág., 233
346
Petronio y Orsieso suceden dos meses mas tarde a Pacomio
Egipto
Ibid., pág., 1.
356-357
San Basilio visita a los ascetas Egipto, Palestina y el Ponto.
Asia Menor
Bardenhewer: Geschichte, T. III
357
Atanasio escribe la Vida de Antonio
Egipto
Ibid.
Hacia el año 360
San Martín de Ligugé
Galia
Sulpicio Severo: Vita martini
360
San Basilio funda un monasterio en Neocesarea del Ponto
Asia Menor
Bardenhewer: O.C.
370
San Basilio publica sus reglas en Cesarea
Capadocia
Ibid.
Hacia el 373
Matanza de 38 ermitaños en la región del Sinaí y de 40 anacoretas en Raitu por los piratas blemíes
Arabia
Ammonio: Ilustrium martyrum lecti triumpi.
386-389
Paula manda la construcción de un monasterio en Belén para hombres y mujeres
Palestina
Cavallera: San Jerónimo
399
Muerte de Evagrio Póntico
Egipto
Bardenhewer: O.C.
399-400
Carta de Ammón al patriarca Teófilo sobre Pacomio y Teodoro.
Egipto

Ladeuze: O.C.
404
San Jerónimo traduce la Regla de San Pacomio
Palestina
Cavallera: O.C.
419-420
Paladio publica la Historia Lausiaca
Bitinia
Bardenhewer: O.C.
425-450
El Moncayo se desarrolla en Gran Bretaña e Irlanda

H. Zimer. Art. Keltiche Kirche, en Realenc. Fur protest. Theol., T, XX
435
Muerte de Casiano
Galia
Schanz: Gesch d. rom. Litt.
451
Concilio de Calcedonia y las disposiciones para el monaquismo
Bitinia
Canon 4,8; 23-24.
529-530
Benito de Nursia funda el Monasterio de Monte Cassino.
Italia
Schanz: O.C.


II. El proceso evolutivo del monacato primitivo en oriente.

1. Mirada holística del movimiento.

El monacato en oriente nace cuando en las “dos décadas finales del siglo III algunos cristianos de Egipto y (quizá independientemente de ellos) de Siria oriental se desligaron de sus anteriores formas de vida en común en familia y en la comunidad cristiana y se retiraron a la soledad, lejos del contacto con los hombres, para llevar una vida de pobreza voluntaria y de continencia sexual, quedó dado el primer paso que, desbordando el temprano ascetismo cristiano, había de conducir al monacato propiamente dicho.”[7] Esta opción tuvo enormes repercusiones para la vida intraeclesial de los siglos venideros, porque se convirtió en el modelo tipo de la adhesión y entrega total al servicio de Cristo y del Evangelio.

Los iniciadores de tan magna empresa fueron los anacoretas: San Antonio y Pablo de Tebas quienes tras un encuentro profundo con su yo interior y con Jesucristo y su mensaje decidieron vivir en lugares separados de la ciudad (desiertos de Egipto y a orillas del Nilo) en total soledad sin reglas de sometimiento común ni comunidad alguna para sostener su vida. “En el 320 Pacomio fundó en Tabenisi, en el alto Egipto, a la margen derecha del Nilo y a unos 575 kilómetros al sur de la moderna ciudad del Cairo, el primer monasterio, inaugurando así la vida cenobítica. En él, los monjes estaban sujetos a una disciplina regular y codificada. Se aplicaban al trabajo manual y al estudio de la Biblia. ” A la segunda mitad del siglo cuarto este última forma de ascetismo fue retocada e impregnada de u nuevo espíritu por San Basilio de Cesarea.

Los grandes hombres que se aventuraron en esta locura por la perfección humana y por la purificación del cristianismo que estaba siendo corrompido por el paganismo, Antonio, Pacomio y Basilio fueron como la voz de Dios para que la Iglesia perfeccione la caridad imitando a “Jesús en la cruz y en la pobreza…”[8] por el monacato y la vida eremítica.

2. Formas del monaquismo.

El monaquismo se manifiesta en el siglo IV como un mundo plural de formas de vida ascética dispuesto a ser modificado, reformado e interiorizado para que logre una paulatina consolidación en su medio social, político y cultural, a fin de no traicionar su espiritualidad. San Jerónimo, conocedor profundo del monacato egipcio, por la experiencia que tuvo en el desierto de Calcis, “queriendo dar una explicación a Eustaquio… distinguía tres clases de mojes: los cenobitas, los anacoretas, más una tercera categoría: los remnuoth. De éstos últimos nos habla sin miramientos y los presenta viviendo con mayor frecuencia en las ciudades y pueblos, en grupos de dos o tres, sin estar sujetos a nadie – pendencieros, vanidosos, maldicientes, y, en los días festivos atracándose hasta el vómito-. Para abreviar simplifica un poco la complejidad de los hechos. Ateniéndose solamente a las dos clases de monjes”[9], y desde esa distinción, hecha por el santo, nos permite saber que había algunos de ellos que vivían de la caridad pública encerrados durante años en una celda, en las tumbas, montañas, y desiertos y finalmente y otros vivían solos, pero en comunidades cenobíticas compartiendo la liturgia y el acompañamiento espiritual.

3. San Antonio y el Anacoretismo.

La vida eremítica como vamos viendo fue iniciada por iniciada por Antonio, quien desconsolado por la pueril forma de vida de la cristiandad del momento, decidió abandonar su poblado natal e internarse desierto egipcio para imitar a Cristo. “Nació en Qemán, al sur de Masr (Menfis), el año 251. Pertenecía a una familia acomodada… perdió joven a sus padres. A los dieciocho o veinte años oyó el llamado divino: entregó sus tierras a sus vecinos, vendió sus muebles y distribuyó entre los pobres el reto de su fortuna, después de haber asegurado a una hermana que le quedaban los recursos indispensables. Se pone bajo la dirección de un aciano que, ya desde mucho tiempo, llevaba una vida ascética en un arrabal vecino: trabaja con sus manos, ora, lee la Biblia”[10].

Antonio, convencido de lo que deseaba, se instaló en las tumbas excavadas de la montaña contigua a su ciudad, pero luego, vio que era mejor ir al desierto y se instaló durante unos cuatro lustros en la bastión abandonada de Castellum en donde combatirá con los demonios, fieras y serpientes que manan de su milicia interior, hasta el momento en que decide salir de su soledad y abrir su carisma par que otros hombres desarrollen sus misma espiritualidad alrededor suyo. “Una gran cantidad de celdas, habitadas cada uno por un solitario se fundan y él es como su padre. Al eremita, se le atribuye numerosos milagros y curaciones físicas y morales… no se desinteresa de la vida de la Iglesia… combatirá a los arrianos y morirá a los ciento cinco años, el 17 de enero del 356 a cierta distancia de la ribera del mar Rojo”[11]. Su forma de vida cautivó a muchos, por eso, es considerado como el padre modelo de los anacoretas de su época, tanto así que en los últimos años de su vida “se unieron a él otros ascetas para recibir consejo y dirección”[12] espiritual, porque era un “hombre de una sola pieza, no hecho famoso por escritos o sabiduría mundana, ni por habilidad alguna, sino sólo por su piedad”[13], según Atanasio. Ese fue ser maravilloso fue este anacoreta un ser entregado por completo a sus trabajos y oraciones. No fue letrado, tampoco clérigo, pero supo siempre, que para amar y servir a Dios no hace falta ser sabio para los ojos y parámetros del mundo, sino sabio para amar la sabiduría divina que es un don preciado y que no tiene élites para manifestarse

La propuesta de vida que tiene la espiritualidad de Antonio está puesta en: la vida en el desierto, la lucha con el demonio, la ascética, la apatheía, la vida solitaria y la profundización en la sagrada escritura mediante la meditación atenta de ella, la oración y el trabajo. El monje tiene que estar internado en el desierto para obtener no una vida de completo reposo, sino de continuo combate “contra las agresiones multiformes del demonio… esparcidas por todas partes…. de las que el hombre tiene que cuidarse, para no dejar sucumbir su alma en el ara maligna. Entre sus habituales tentaciones, no había ninguna otra, según parece, más sutilmente temible que la que le sugería el demonio de mediodía… asediador del monje que causaba tedio abrumador para hacerlo disgustar con sus hermanos de su celda y consigo mismo… volviéndolo flojo y perezoso… debilitándolo así su vida espiritual… Pero esta acción interna y psíquica no es la única que ejerce el demonio. Se permite también intervenciones visibles, apariciones, a veces, aterradoras… las formas en que se manifiesta son las de un áspid, onagro, gallo, hipocentauro, bestia humana con piernas y pies de asno, dragón de setenta codos, monstruo de tres cabezas,… etiope feísimo, rostros hermosos y bellas formas de mujeres coquetamente vestidas… Los recursos que tiene el monje para hacer frente a las asechanzas demoníacas son: la señal de la cruz, las oraciones jaculatorias, los versículos de la escrituras,... la pureza de corazón que se adquiere, no en el reposo y la tranquilidad, sino con el esfuerzo continuo y la contrición del espíritu… liberador de la esclavitud de los sentidos,… las pasiones, la lujuria, el cuerpo y los apetitos,… hasta lograr la apatheia,… o la ausencia total de las pasiones,… como estado confinante con la inmortalidad y la suprema contemplación (theoría)… traductora de tranquilidad interior que las gentes del mundo envidian… Una vez logrado esto,… sus almas se inflaman de caridad y de amor divino…”[14] para dejar habitar plenamente en su cuerpo mente y alma a su Señor, algunos por un don han llegado al éxtasis y han experimentado con una felicidad enorme la compañía de Jesús en su ser.

4. Pacomio y el cenobitismo.

Los eremitas vivían solos y exponían al máximo su vida, por eso, Pacomio inserta un nuevo estilo de vida, que es la cenobítica, basada en la vida en común y no en el aislamiento total. Este gran reformador “nació hacia el año 287 en la Tebaida superior, siendo joven soldado bajo Maximino Daya había entrado en contacto con el cristianismo, se hizo bautizar luego de acabado su servicio militar, y posteriormente pasó a vivir junto a un ermitaño por nombre Palamón. Al cabo de varios años… entre el 320 y 325, creó en la proximidad de de Tabennisi, en el alto Egipto, una comunidad de monjes, cuyos miembros, aceptando una regla compuesta por él, se comprometían a llevar una misma forma de vida ascética bajo la dirección de un superior”[15] para que el convento no se convierta en un caos o en un lugar en el que cada quién hace lo que quiere. La estructura permite la oración, la vida común y el trabajo.

La reforma que llevará a cabo Pacomio tiene un proceso de formación y de aceptación de su regla. La primera comunidad que funda es la de Tabennisi, luego este lugar resultó muy pequeño y para vivir la espiritualidad fundó otra en Pbow, Schenesit, Temuscón y Tebión. “Y extendiéndose más… fundó monasterios en los alrededores de la ciudad de Akmin y en Femún. Entretanto, se había construido dos monasterios de mujeres, uno en Tabennisi, bajo la dirección de la hermana de Pacomio, y el otro en Tesmine. La congregación pacomiana comprendía, pues, en total nueve monasterios de hombres y dos de mujeres. Los sucesores fueron varios, pero en particular Teodoro gobernó durante dieciocho años… se dedicaron a al perfeccionamiento de la vida monacal pacomiana. Teodoro construyó dos monasterios junto a Schmoun, otro cerca de Hermóthis y otro no lejos de Tolemaida,… murió en el 368. El cenobitismo pacomiano, no hay que concebirlo como una especie de desaprobación y corrección del anacoretismo;… sino como una… conciencia clara de la ventajas que tiene la vida en común… frente a la vida en soledad,… para la perfección espiritual del monje en base a una regla... y el trabajo como precepto divino ineluctible… El monasterio estaba formado por varios recintos, rodeado por un alto muro de clausura,… cada religioso tenía su celda, pero, más tarde tres monjes la compartían… Había una iglesia, un refectorio, una cocina, una despensa, un patio o jardín, una hospedería… Su vestido era de lino…. Se imponían la obediencia,… y no podían ser sacerdotes. Pero la regla pacomiana no era tan rígida como la de sus contemporáneos, aunque hubo uno de sus sucesores, llamado Shenute, que lo llevó a un radicalismo extremo la regla, por su carácter irascible y fogoso de perfección”[16].

El aporte pacomiano es elemental para la futura vida monástica de oriente y occidente, porque fue el primer monje que escribió la primera regla para los monjes; teniendo como fundamento de toda su norma la “Koinonía, como fuerza de atracción interna y externa”[17] afianzada en la humildad de vida y la pobreza en el cenobio.

5. San Basilio, reformador del cenobitismo.

El monacato egipcio tuvo una prolija proliferación por todo su medio. Sedujo a muchos cristianos, tanto, que durante un lapso pequeño de años fue puesto a adaptaciones en el Asia Menor y otros lugares para servir de puente y de cimiento de las bases monásticas del medioevo y de nuestro tiempo. “El iniciador de la vida monástica en Armenia, Paflagonia y el Ponto fue, según Sozomeno, aquél Eustacio de Sebaste, a quien algunas divergencias en el dogma debían separar de San Basilio,… el organizador de la nueva vida en común de los monjes”[18] basada en una nueva regla de vida en común.

San Basilio nació en “Cesarea de Capadocia. Fue educado profundamente en la fe cristiana. De los diez hijos que tuvieron sus padres, tres fueron obispos y una hija se hizo religiosa. Hacia los veinticinco años, una especie de crisis moral le decidió a renunciar a la carrera de retórico, en la que estaba empeñado. Resuelto a hacerse monje, emprendió en el 357, a pesar de su salud precaria, un viaje a través del oriente con el objeto de estudiar la vida monástica dondequiera que floreciese, en Egipto, Celesiria, Palestina, Mesopotamia. De vuelta ya en su patria, se instaló no lejos e Neocesarea, frente a Annesi, sobre el Iris, donde en compañía de algunos ascetas agrupados alrededor de él, llevó una vida de mortificación”[19] aprendida en sus viajes para luego dar el paso decisivo en la reforma del cenobitismo. Las ideas que tuvo sobre la estructura, vivencia y regla del monacato fueron claras, pero hizo énfasis en la obediencia, pobreza y castidad del monje, para sostener las otras virtudes, limitó los ayunos particulares; incitó al trabajo, a la meditación de la Sagrada Escritura, con la finalidad de que el monasterio llegue a ser una auténtica comunidad en la que cada cual trabaja por la salvación de todos, con nobleza, dulzura y abnegación.

La forma de vida monástica propuesta por Basilio es fue acogida posteriormente por los monasterios y monjes occidentales comenzando por “Rufino y Casiano, pasando por San Benito de Nursia y llegando hasta Benito de Aniano que le asignó un puesto en su concordia regularum,… porque era de un alto espíritu humano y religioso,… ”[20]. Pero, junto a este santo, tenemos que hablar de otro gran hombre del Asia Menor, San Nilo, que vivía en el monte Sinaí, fue muy apreciado por su espíritu ascético y espiritual.

6. El monacato en otras regiones del oriente.

El oriente, especialmente Egipto, fue la cuna del monaquismo; pero rápidamente, el estilo de vida propuesto en la tierra de los faraones, se extendió por Palestina, Siria, Bizancio, Persia, Mesopotamia y Armenia. En la Palestina, según San Jerónimo, el que inició, la vida eremítica, hacia el 307, después de haber tomado contacto en Egipto con el mismo Antonio fue Hilario, a quién, después de 22 años de vida ascética, le siguieron muchos de Siria y Egipto por sus milagros[21]; pero no conformaron una vida cenobítica, sino anacoretita. Eso quiere decir, que el monacato palesteninense asumió dos formas diversas. Por una parte, colonias de ermitaños, a lo largo de la costa de los filisteos, en el desierto de Judá, y otros diversos puntos, famosos por los episodios bíblicos; por otro lado “los monasterios fundados y dirigidos por los occidentales: el monasterio femenino de Melania, en Jerusalén; el monasterio de hombres, dirigido por Rufino, en el monte de los olivos, los de Paula, Eustoquio y San Jerónimo en Belén… y los de Piniano y Melania”[22] que perduraron hasta la época de la invasión de toda la Tierra Santa.

Siria, fue también, otro de los centros de proliferación del monaquismo en los alrededores de las ciudades de “Antioquía, Berea y Calcis, muchos ascetas vivían en el desierto y se entregaban a prodigiosas mortificaciones que les atraían un gran prestigio entre las poblaciones campesinas.”[23] La ascética en Siria fue aceptada con particular apertura, en incluso, desde el siglo II había encratistas, quienes con sus rigorosas exigencias renunciaban “al uso del matrimonio, así como de abstinencia de vino y carne”[24], facilitando de ese modo la incrustación de ascesis cristiana en el medio pagano. Teodoreto es el que describe de forma muy plástica la vida de los monjes en su obra: Historia de los monjes, e aquí un extracto de lo que dice: “Los monjes, unos combaten en comunidad; de tales conventos los hay a millares; otros escogen la vida eremítica y sólo tienen interés en tratar a Dios. Otros glorifican a Dios morando en tiendas y chozas, otros en grutas y cuevas. Otros… soportan las inclemencias del tiempo. Ora se ven ateridos bajo fríos extremos, ora arden bajo los rayos de un sol abrazador. Unos se mantienen en pie sin interrupción, otros reparten el día sentados orando. Los hay que se recluyen en muros y evitan el comercio con los hombres, otros renuncian a tal segregación y están a la disposición de todos los que desean verlos…”[25] Esa es la vivencia. Lo que llama más la atención, del eremitismo sirio, es el Estilitismo, fundado por Simeón el Viejo hacia el 390-459 y porque sirvió a Jerónimo para introducirse en la vida ascética. En Bizancio, Persia, Mesopotamia y Armenia, se fue paulatinamente instalando el ascetismo desde el siglo IV- V. Los primeros eremitas en estas regiones fueron: Aonés y Narcés.

III. La génesis del monacato en occidente.

La vida monacal tiene sus orígenes en oriente como vamos viendo y paulatinamente se fue extendiendo hasta llegar a occidente. El primero en traer la “noticia del nuevo género fue San Atanasio, durante su estancia de exilio en Roma y Tréveris. También contribuyeron… Jerónimo y Martín de Tours. En tours se erigió el primer monasterio… dos siglos antes de Benito…. Las bases de la vida monástica fueron… el trabajo manual y la oración”[26]. La influencia que tuvieron en la cultura, ciencia, filosofía y teología fue importantísima, porque gracias a ellos se pudieron evangelizar varias partes de Europa y mantener la sabiduría tradicional, artística, intelectual y literaria del continente, que no pudo ser cultivada por el común de la gente y que logró preservarse en el monasterio.

El que dio forma al monacato occidental fue Benito de Nursia (480-547) por medio de la introducción de unas reglas que llevan su nombre para organizar la vida del monje y del convento. “La regla de benito es un código magistral… y fue hasta el siglo XIII la única regla vigente en occidente…. Para elabora la regla se inspiró sobre todo en la Sagrada Escritura y en los Santos Padres latinos; utilizó,… la regla de san Basilio. Centró la vida de los monjes en el adagio ora et labora como forma de culto divino… Añadió a los tres votos la de stabilitas loci. Reguló la vida comunitario del convento en función del Abad… como representante de Dios”[27]. Para profundizar mejor en el monaquismo occidental veamos su desarrollo inicial en Roma e Italia, la Galia y África.

1. En Roma e Italia.

La forma de vida que ofrecía el monacato fue atrayente, porque daba una alternativa para vivenciar mejor la fe cristiana en una época marcada por la cristiandad. Jerónimo nos cuenta en sus escritos que fue la clase alta de la sociedad romana la que se apasionó por este nuevo modus vivendi. Para corroborar el dato veamos este extracto de texto: “En aquél tiempo, ninguna mujer noble conocía, en Roma, la profesión de los monjes, ni, por la novedad de la cosa, se atrevía a tomar un nombre que entonces las gentes consideraban ignominioso y vil. Marcela conoció por los sacerdotes alejandrinos, el obispo Atanasio y, más tarde, por Pedro –los cuales, huyendo de la persecución causada por la herejía de Arrio, se había refugiado en Roma, como en el puerto más seguro de su comunión la forma de vid del bienaventurado Antonio, que aún vivía, los monasterios de Pacomio en la Tebaida y la disciplina impuesta a las vírgenes y viudas. Y no se avergonzó de abrazar una profesión que ella sabía era agradable a Cristo. Después de muchos años la imitó Sofronia, y otras hicieron lo mismo”[28], porque todo parecía muy seductor y encantador.

El promotor de la vida monástica, no cabe duda, fue Jerónimo durante su segunda estancia en Roma del 381-384, llegando a ser como el capellán, de las mujeres de la aristocracia romana dispuestas a vivir el monaquismo. Las mujeres más conocidas son: “Asela, Marcelina, hermana del obispo de Milán, Irene, hermana del papa Dámaso, quienes, en un principio llevaban, todavía dentro del seno de sus familias, una vida de virginidad, o bien, siendo viudas, como Marcela, habían optado por una forma ascética. Luego se fueron reuniendo cada vez mas en grupos ascéticos mayores, o en agrupaciones domésticas, entre las que desempeñaban un papel especial… las distinguidas damas romanas Lea, Paula, Melania la Joven y Proba… que optaron formar grupos de vida en sus casas de campo, dando así apertura a la vida monástica posterior… este complejo mundo… es regido por San Agustín, quien da por primera vez, los datos de que en Roma había un grupo de doncellas y viudas viviendo en comunidad y que su sustento lo deben al trabajo manual y tienen un reglamento, según el cual asumen su dirección moral y espiritual… en el que la caridad es el precepto supremo…”[29] Este paso que dieron las valientes mujeres inducirá a los hombres a la vida monástica y en especial será promovida por los papas Dámaso (366-384), Siricio (384-389), Inocencio I (402-417) y Zoísmo (417-418). El primer monasterio, femenino, fundado fue en las Catacumbas junto a la basílica del mártir san Sebastián en el tiempo de Sixto III (432-440), su sucesor León I fundará otro Junto a la basílica Vaticana. En Italia el primer “eremita insular fue Martín de Tours,… y otros en la isla del Gorgo,… Tiento…, también otro precursor es Bonoso (374)… y la comunidad de Vercelli… predecesora del monastrium clericorum de Agustín en Hipona… y de otros lugares de la tierra de los ítalos”[30] que posteriormente influirán en la liturgia, teología y otros formas de vida propias del cristianismo medieval.

2. En la Galia.

La llegada del monacato a occidente marcó un hito nuevo en la historia religiosa de los pueblos. “En las Galias se puede suponer la existencia de un ascetismo premonástico, aun cuando los testimonios son relativamente escasos y de fecha un tanto tardía. Un edicto del emperador Valentiniano I (del año 370), que exime de ciertos impuestos a las vírgenes consagradas a Dios en las Galias, presupone la existencia del ascetismo femenino; también lo presupone un canon del concilio de Valence (374), que se ocupa de las vírgenes que habían abandonado su estado anterior. En Tréveris se conoce por la misma época la institución de las vírgenes deo dicatae, y todavía antes del final del siglo un decreto del papa Dámaso o de su sucesor Siricio… La fundación masculina… pasa por el nombre de san Martín de Tours…”[31], quien hacia el año 360, tras haber sido ordenado sacerdote, se instaló muy cerca de Potiers, “en Ligugé, para vivir como ermitaño. Allí permaneció unos diez años. Consagrado obispo de Tours al 371 ó 372, no quiso cambiar ni su vestimenta ni su régimen de vida”[32], forma de vida, por cierto, que atrajo a muchos a que siguieran su ejemplo de bienaventurado maestro.

La espiritualidad martiniana del monacato tiene como rasgo característico la pastoral y misión, eso hizo posible que la segunda generación, después de la muerte de Martín, se fundará en Lérins una nueva comunidad a principios del siglo V, que llegará a ser uno de los centros más prósperos del pensamiento católico en las Galias. De este monasterio saldrán figuras emblemáticas como la de Juan Casiano, Salviano de Marsella, Fausto de Riez y “el enigmático Vicente de Lérins, autor del commonitorum, donde se lee la célebre formula tantas veces invocada, pero tan raramente aplicable: quod ubique, quod Samper, quod ab ómnibus creditum est, que será el criterio generalmente adaptado por la verdad dogmática”[33] en las cuestiones concernientes a nuestra fe cristiana.

3. En África.

La parte norte del continente africano también se vio tocado por el monaquismo y el que promovió fervorosamente este modo de entrega a Jesús fue San Agustín de Hipona, en base a la fuga mundi y al total desprendimiento de las cosas materiales. El santo inició la vida monástica en compañía de “algunos hermanos que el viejo Valerio le había prestado para hacer sacrificio de su fortuna…. Una vez elegido obispo, formo un monasterio y puso a vivir… a sus clérigos con él; participaban de su casa y de su mesa; el alimento y el vestido se contaban entre los gastos comunes… en su casa jamás vivió mujer, ninguna….”[34]. Esa forma de vida se extendió raudamente por todas las provincias más cercanas gracias a la cantidad innumerable de discípulos santos y doctos que tuvo el Obispo. La regla que impuso fue la de oración, trabajo, reflexión y análisis de la Sagrada Escritura, perfectamente expuesta en la opera monachorum que ha influido fuertemente en la configuración regular del monaquismo de la alta edad media en todo el occidente.

IV. El monacato y la opinión pública.

La vida monacal en sus albores provoco toda clase de reacciones en la sociedad pagana y cristiana. Unos lo veían con buenos ojos, otros no, porque significaba pérdida de tiempo, de personas y de personajes importantes para la vida social y publica de los conglomerados culturales de la época, tanto en oriente como en occidente. Eso quiere decir que unos lo valoraron muchísimo y otros lo repudiaron.

1. Desde los ojos paganos.

La óptica que tenía el mundo pagano del monaquismo está anclada en las oposiciones y hostilidades para que esta forma de vida no se impregne en los distintos guetos sociales y culturales de oriente y occidente. “Los escritores no perdían la ocasión de dar su merecido a estos monjes, enemigos de los goces naturales, desertores de la vida social, que no iban a las ciudades sino para fomentar sediciones o destruir los templos de los dioses. Juliano hacia mediados del siglo IV… se volvió iracundo contra ellos… lo mismo Libiano… por ser latricidas… El retórico Eunapio de Sardes… les reprocha el haber fomentado el culto absurdo a los mártires… y la traición a la patria por su estilo de vida… También, hay que citar los celebres pasajes de aversión a los monjes de… Rutilio Claudio Namaciano… acusándoles de filtros de cirse”[35]. Como vemos, el mundo pagano los despreciaba, porque rompía los esquemas convencionales de la época.

2. Relación entre el estado cristiano y los monjes.

La vida monástica frente al estado fue mal vista, porque los monjes influían de manera preponderante en la vida de las ciudades y pueblos. Las legislaciones y el gobierno se hacían difíciles para los emperadores, con estos hombres que no hacían servicio militar, ni tampoco, ni tampoco se sometían el reglamente civil que la política del pueblo exigía. Valente, emperador, reprimió las iniciativas monásticas en Alejandría, contra la lucha arriana y proarriana. “Teodosio, tras los desmanes de los mojes en la ciudad de Alejandría, quemando una Sinagoga, se decidió a promulgar, el dos de septiembre del 390, una ley por la cual prohibía a los monjes vivir en las ciudades y los confinaba a los deserta loca et vastae solitudines. El 9 de abril del 392, prohibió a los monjes, lo mismo que a los clérigos intervenir ante las autoridades para suspender la ley de ejecución de los delincuentes a los que la ley denegaba el derecho de apelación. En julio del 398, sus hijos Arcadio y Honorio reprimieron ”[36] del mismo modo, porque consideraban a los monjes agentes nocivos para la vida y estabilidad del estado y la política.

3. Relación entre cristianos y monjes.

La relación que se tejió entre cristianos y monjes está marcada por relaciones cordiales y tensas. En ese ambiente nacen los panegiristas como Crisóstomo, Jerónimo, Ambrosio y Agustín alabando la forma de vida que llevaban los monjes. Frente a esas loas en favor del monaquismo estaban los detractores en oriente como en occidente. Las familias preferían a sus hijos muertos a que convertidos en monjes. “Los maldecían, los perseguían, los detestaban; ejercitaban con ellos casi todos los malos tratos con los que la impiedad de la judíos abrumó al salvador, ante de llegar a la efusión de una sangre divina… Los obispos, sospecharon de la vida monástica… pero no hubo separación completa,… aunque si relativa, porque… elementos sospechosos se habían infiltrado en los monasterios; demasiados monjes “giróvagos” se sustraían a toda disciplina; un gran número de belicosos turbaban las ciudades. El concilio de Calcedonia definirá claramente las prerrogativas episcopales”[37] frente a la comunidad de monjes y las atribuciones que estos se pueden tomar en la vida de la Iglesia y la comunidad poblacional.

4. El movimiento antimonástico en occidente.

La cultura grecolatina no comulgaba con la vida de los hombres y mujeres que optaban por la configuración con el señor por medio de la introducción en la vida ascética en un monasterio. El primero en levantar su voz de protesta fue Helvidio. Este personaje romano, atacó la virginidad de maría para echar por los suelos el celibato monacal. Su mayor contrincante, defendiendo la virginidad, fue Jerónimo. Otro que atentó contra la pureza de la virginidad fue Joviniano, pero fue combatido por Jerónimo y Ambrosio de Milán. “Trece o catorce años mas tarde, en el 406, Jerónimo tuvo que romper lanzas con un sacerdote de Calagurris, de nombre Vigilancio… quien ataco la fuga mundi y la virginidad. Jerónimo le respondió duramente. Esto nos invita a pensar que los enemigos del ascetismo no fueron salidos de la nada, y sólo de fuera de los monasterios, sino que salieron, incluso de los mismos conventos, pero que fueron combatidos”[38] sin temblores de mano por los santos padres latinos.

5. Peregrinaciones masivas al oriente para el encuentro con los monjes.

Las resistencias que vamos viendo hasta el momento, no fueron obstáculo para que este hermoso itinerario de vida tome forma y se fortalezca paulatinamente hasta llegar a ser la cuna de la civilización en occidente durante el oscurantismo medieval. Las primeras peregrinaciones a Tierra Santa nacen para fortalecer la vida monacal que había nacido en Jerusalén y Belén. Los otros lugares de visita fueron el delta del Nilo y las partes del alto Egipto para contemplar la vida de los eremitas ahí instalados.

Los lugares antes mencionados fueron visitados por personajes ilustres como: Rufino, Jerónimo, Atanasio y otros. El documento que nos deja vestigios mas claros sobre esta costumbre es la “Peregrinatio… de Rufino, en la que encontramos una multitud de datos topográficos, bastante detallados como para que la ciencia pueda aprovecharse de ellos. La filología recoge locuciones del latín popular tardío. Pero, sobre todo, el enriquecimiento es sensible en lo que atañe a la historia de la liturgia”[39] y la forma de vida de la sociedad de los primeros siglos del monaquismo en oriente y Tierra Santa.

6. Aporte a la humanidad[40].
En un mundo plural y de paradigmas científico-técnicos, hace falta la compresión interior del ser humano y de toda su experiencia existencial. Los Padres del Desierto, en la época patrística y monacal comprendieron a este ser ansioso de comprensión espiritual y lo llevaron por medio de la ascesis a un conocimiento místico del cristianismo. Son sin duda, los grandes psicólogos de la humanidad de su época, porque su espíritu contemplativo y práctico es referente inmediato al mismo Cristo. Hoy, fieles a la tradición, es urgente que como cristianos tomemos consciencia de nuestro legado, y sin traicionar la Tradición y al humano actual, consideremos notablemente en nuestra praxis la vivencia de estos hombres. Si bien, su terminología y o concepción antropológica puede estar pasada de moda, pero el conocimiento del ser humano que realizaron en su relación con Dios-Iglesia-Cristo, es sin duda, un encuentro intimo con la mas profunda realidad humana guiado por el Espíritu de Dios que no quiere la muerte de sus creaturas, sino la vida, y la vida en su Hijo, en Jesucristo.
El conocimiento del cristianismo que realizaron estos hombres y mujeres del siglo III en adelante no es intelectual, sino práctico y experiencial en la perfección cristiana. Los padres del desierto cenobitas y anacoretas son los personajes de la historia de la humanidad que han conocido a profundidad el corazón del hombre frente a su propia finitud y a la infinitud de Dios. Su ascetismo les llevo a la renuncia de si mismos y a la renuncia del corazón, porque su objetivo fue llegar a lo más profundo del alma del ser humano y desde ella buscar la pureza de corazón que es la caridad absoluta, realidad, que por cierto, elimina de si todo narcisismo, egoísmo, debido a que mantiene en una comunión intima con Dios. Casiano en defensa y purificación de ese estilo de vida afirmará en su libro las instituciones que “de nada vale el ascetismo corporal si no hay renuncia interior”, eso quiere decir que se debe dejarlo todo incluso el espíritu en el de Dios. Para lograr esa liberación es necesario un combate constante con los agentes invisibles del mal por medio del discernimiento de espíritus.
Al realizar una mirada panorámica de la humanidad, nos damos cuenta que ésta, actualmente, no vive plenamente la vida, porque su ser con su hacer está disociado, quebrado y roto. Hoy no hay espíritu contemplativo, simbólico, e interiorzante, debido a que su mundo le falta armonía. Su relación con el otro es cuasi nula. Su conocimiento científico limita la posibilidad de trascenderse y de trascender su propia realidad. Vive en un hedonismo. Lucha por ser autónomo, pero no sabe como hacerlo, por eso, es importante el aporte de los padres del desierto y monjes a la cristiandad y a la humanidad de nuestro tiempo para que nos conozcamos a fondo y desde ese conocimiento nos relacionemos mejor con Dios-semejantes-mundo-historia e interior de cada uno.
Conclusiones
El monaquismo nació en oriente y lentamente se fue expandiendo a occidente. Los padres de esta nueva forma de vida son: Antonio, Pacomio, Basilio y Benito, quienes desde una opción personal contagiaron a muchos hombres y mujeres que empezaron a vivir en comunidad en los monasterios en base a una regla. La fuente de su ascética está cimentada en la rumia de las Sagradas Escrituras, la fuga mundi, la oración, el trabajo, la lucha interna con los demonios y la profundización intelectual en la Sagrada Escritura.
El modelo a seguir de los ascetas es la de sus fundadores que empezaron a vivir en los desiertos y en los lugares apartados de la ciudad, pero paulatinamente tuvieron seguidores y se hizo necesaria la introducción de una regla para regular la vida del monje. Los papas y los concilios legalizaron esta práctica, aunque la sociedad y los propios cristianos no veían con buenos ojos esta opción de vida. La vida en el monasterio está traducido en la entrega total del cuerpo y del alma a la ascesis y al contemplación, de ahí el adagio benedictino: “Ora et Labora”.
El monacato contribuyó a la conservación de la cultura en la época del oscurantismo medieval, porque fue el único lugar en el que se aprendía a leer y cultivar la mente, la retórica, el arte, y la cultura. Los conventos fueron los centros de instrucción académica y de protección para los plebeyos. La prole se organizaba en torno a la vida de un convento. Esa dinámica se mantuvo activa hasta la aparición de las ciudades, ciudades estado y universidades.
El aporte que estos hombres hicieron a la humanidad es importantísimo, porque ayudaron a comprender mejor al ser humano en su dimensión psíquica y espiritual. Su concepción de cuerpo y alma, de mundo y Dios, de hombre, a lo mejor no es la más actual; pero es riquísima porque gracias a su impulso ascético lograron ser los primeros psicólogos de la humanidad, porque buscaron dominar las pasiones, los impulsos y el cuerpo en todas sus dimensiones a través de la ascesis, ayuno, oración y penitencia, como una nueva forma de martirio.
Los detractores pueden ver en ellos hombres que no les gusta vivir la vida, que tienen miedo a la vida, que son unos cobardes para huir mientras el mundo sufre hambre, o vive totalmente distinto; pero eso no es cierto, porque la opción que hacen como seres humanos está anclada en la libertad y en un principio de fe que pretende responder a una configuración con aquello que creen y profesan como cristianos. Su opción es una opción por Cristo, que no sólo es mero voluntarismo, sino entrega total, desligue de las cosas materiales de modo consciente y fiel al evangelio para hacer vida este dicho: “ Y dejándolo todo lo siguieron” (Cf. Lc 5,11).


REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA

FLICHE, Agustín y MARTÍN, Víctor. “Historia de la Iglesia Tomo I: La Iglesia del ImperioI”, EDICEP, Valencia, 1977.

HERTLING, Ludwing. “Historia de la Iglesia”, Volumen 41, Herder, Barcelona, 1989.

JEDIN, Hubert. “Manual de Historia de la Iglesia II”, Herder, Barcelona, 1980.

LORTZ, Joseph. “Historia de la Iglesia I”, Cristiandad, Madrid, 1982.
PADILLA NAVARRO, José Arturo M.SP.S., “Kirios”, pág., 09-16.


[1] “Edicto de Milán… firmado por Constantino en el 313… para declarar a la iglesia como Iusta Religio…. ” (HERTLING, Ludwing. “Historia de la Iglesia”, Volumen 41, Herder, Barcelona, 1989, pág., 90-92).
[2] FLICHE, Agustín y MARTÍN, Víctor. “Historia de la Iglesia Tomo I: La Iglesia del Imperio”, EDICEP, Valencia, 1977, pág., 329.
[3] Ibid., pág., 330.
[4] Ibid., pág., 330-331.
[5] Ibid., pág., 331-334.
[6] Ibid., pág., 344-352.
[7] JEDIN, Hubert. “Manual de Historia de la Iglesia II”, Herder, Barcelona, 1980, pág., 458.
[8] LORTZ, Joseph. “Historia de la Iglesia I”, Cristiandad, Madrid, 1982, pág., 193.
[9] FLICHE, Agustín y MARTÍN, Víctor. o. c., pág., 353.
[10] Ibid., pág., 353-354
[11] Ibid., pág., 354.
[12] LORTZ, Joseph. o.c., pág., 192
[13] HERTLING, Ludwing. o.c., pág., 112.
[14] FLICHE, Agustín y MARTÍN, Víctor. o. c., pág., 354-360.
[15] JEDIN, Hubert. o.c. pág., 471.
[16] FLICHE, Agustín y MARTÍN, Víctor. o. c., pág., 360-364.
[17] JEDIN, Hubert. o.c. pág.,478.480.
[18] FLICHE, Agustín y MARTÍN, Víctor. o. c., pág., 364-365.
[19] Ibid., pág., 365-366-
[20] JEDIN, Hubert. o.c. pág., 504.
[21] “No hubo con anterioridad ningún monasterio en Palestina; nunca se había visto monjes en Siria antes del bienaventurado Hilarión: él es el fundador y modelo de este género de vida y de esta disciplina en aquella provincia. En Egipto tenía el Señor al viejo Antonio; y en Palestina, al joven Hilarión. Ya añade Jerónimo, después del relato de diversos prodigios realizados por su héroe: el ejemplo de Hilarión suscitó en toda Palestina innumerables monasterios, y todos los monjes rivalizaban en conocerlo” (FLICHE, Agustín y MARTÍN, Víctor. o. c., pág., 366.)
[22] Ibid., pág., 366. y JEDIN, Hubert. o.c. pág., 490-493.
[23] FLICHE, Agustín y MARTÍN, Víctor. o. c., pág., 366.
[24] JEDIN, Hubert. o.c. pág., 493-494
[25] Ibid., pág., 495
[26] LORTZ, Joseph. o.c., pág., 194.
[27] Ibid., pág., 195.
[28] FLICHE, Agustín y MARTÍN, Víctor. o. c., pág., 368.
[29] JEDIN, Hubert. o.c. pág., 513-515.
[30] Ibid., pág., 515-518
[31] Ibid., pág., 519.
[32] FLICHE, Agustín y MARTÍN, Víctor. o. c., pág., 372.
[33] Ibid., pág., 373.
[34] FLICHE, Agustín y MARTÍN, Víctor. o. c., pág., 373-374.
[35] Ibid., pág., 374-377.
[36] FLICHE, Agustín y MARTÍN, Víctor. o. c., pág., 377.
[37] Ibid. pág., 380.
[38] Ibid., pág., 381-382.
[39] Ibid., pág., 386.
[40] Este epígrafe muestra un resumen tomado de PADILLA NAVARRO, José Arturo M.SP.S., “Kirios”, pág., 09-16